






Pero qué bueno levantarse un sábado y gambetear a la rutina con un quiebre de cintura mientras una tribuna repleta de llovizna grita "oooole".
Qué bueno sacarle la lengua a las urgencias y largarse por la ruta con la ventanilla abierta para que el viento desdibuje las nefastas muecas lunesaviernesadas.
Pero qué bueno que haya asado, y vino, y amigos, y mate, y torta, y canto, y risas, y música, y poesía, y truco, y fulbito sobre el pasto como cuando éramos chicos.
Qué bueno echarse sobre el verde y dejar que el sol acune tanta, tanta alegría.
Pero qué bueno homenajear a los pulmones con una regia tajada de aire sano.
Qué bueno volver a comprobar, con los propios ojos, que el horizonte es ese renglón chanfleado que se escurre tras los árboles, y no esa línea despareja de cemento que obstruye los crepúsculos.
Pero qué bueno terminar la jornada sabiendo que hemos sumado un recuerdo más a ese inventario final que algún remoto día habrá de salvarnos de la nada.
Pero qué bueno, che, verdaderamente qué bueno esto de andar sintiéndose, aunque sea de vez en cuando, tan entusiastamente vivos.
Alfredo
16-10-04
(a propósito de cierto viaje...)
4 comentarios:
deberíamos tener otra huída
como esa.
que caripas por dios!!
che en serio, salieron todos barbaro..
saludos
Pero qué bueno, che, verdaderamente qué bueno reencontrarse con estas postales de un día feliz.
Alfredo
Estoy de acuerdo con Julita... Que lindo ver esos recuerdos otra vez, para recoradarnos que estamos vivos, o al menos, que nos comimos un buen asado (y sí, la solemnidad literaria me es ajena)
Paula.
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