12.8.06

¿Por qué me haces esto? IV - Textos

Y acá está el cuadernillo... todos los textos que publicamos... Para aquellos que no tienen el placer de tenernos entre sus manos.


Imposible escaparse,
lo sabes y,
aún así,
te lo cuento:
Me atrevo
a la palabra y al verso
para alimentarme
de repente
en el intento de dibujarte
sobre un papel arañado
el alma en sílabas.

*Josefina Dalla Fontana*


XXV

Los sinónimos se hacen agua
cuando intento compararte y retenerte en la lluvia de mis noches de hierba seca.

Y goteo y humedezco mis manos con las ramas de los árboles esbeltos que oscurecen el ocaso en la mañana serena y rojiza.

Me convierto en papel, en tinta, en muerte y arena
cada vez que comprimo tus ojos en la memoria de mi sangre.

Y no dejo que te alejes de mí, al menos en recuerdos violáceos.

Y voy hacia vos aunque mis piernas de arcilla no quieran verte.
Aunque mi piel no comprenda el Lejos de los días.

Me convierto en papel y voy hacia vos y te enumero…
más allá de las risas y los llantos, más allá de las sábanas estériles de arrugas y desvelos.

Aunque nos sobren las pausas. Y nos falten las alas.

*María Soledad Di Pasquale*


Déjate decir, dejame decirte y jugar con mi voz en tu nombre

El pasado; nombres, rostros, voz. Hoy solamente soy yo. Este silencio se vuelve invocación, este ser es para nada. Tanto dolor, tanto dolor adentro y personas que no están para leer estas palabras. Mil palabras lejos de la realidad. Tanta ausencia hablada, ausencia dicha, inesperada.
De repente, Alicia sigue en aquel país, Julieta en aquel amor por siglos y letras. Quizás yo quede acá, petrificada en este dolor humano y demasiado real, este dolor para siempre, como lo inexorable es eterno. Porque, de repente, ya no puedo ser más que dolor dicho en primera persona. Pena. Ausencia. Serena soledad.
Pienso este llanto, digo este llanto que me captura y así me enjaulo en esta pena, en esta lejanía. Estamos tan lejos los unos de los otros que ninguna carta-libro-palabra nos acerca.
Decir es herirnos incansablemente. Decirme, decirnos, decirlos. Doler, duele, dolemos, en el otro. Podemos doler en toda el alma, en todo el amor. Solamente tenemos que decirnos, decir los nombres que no están y nunca dejan de significar.
Mil veces juramos con gloria morir, y nos matamos cruel y dulcemente, tristemente, con cada susurro. Decimos el silencio que es nuestra herida, decimos el cariño y la añoranza. Digo esta pena, digo tu nombre y el mío, digo Me acuerdo de cuando me nombrabas y todavía mi nombre me traía hasta tus ojos.
El pasado son nombres, son voces que nunca están y nos traen de vuelta. Hasta que ya no podemos ser otra cosa.

*Valeria Ansó*


Hay tanto de domingo en tus ojos

Tanto de tarde lluviosa
extraña melancolía que me hace feliz.

Tanto de sauces y palomas y aire
este siempre aire para respirarlo
siempre aire y humo
siempre bruma y siempre

siempre.

Tanto de escaleras y caracoles
cansancios monótonos de otro tiempo

Hay tanto de oscuro que no veo
tanto de ojos dentro de tus ojos

tanto de cárcel y paréntesis
desesperaciones aburridas

Tanto de tristeza
Tanto del mundo

crónicas submarinas
sol y sombra de las horas,
de los lagrimales,
de los pétalos de sangre,
de la oscura visión que te sabe tan lejano a esta tierra

Y sin embargo
siempre

Triste noticia saberte tan real.

*María Julia Ruiz*


Y de repente lejos es cerca
si pienso en mí como ramificación
como una ramificación tuya.
venas como ramificaciones
perfluir apasionado apasionante
por todo el cuerpo.
Energía.
Energías encontradas

*Paula Yódice*

PRELUDIO

Ojalá mañana, el Sol grite a los cielos
que las estrellas cieguen sus brillos
que la Luna muestre su misterio
y la noche su olvido.

Ojalá que hoy
los frutos maduren pronto,
que las aves canten en coro
y que las flores se abran al mundo.

Ojalá en el ayer
hubiera amanecido
hubiese existido,
pero ya no puedo ser.

*Maximiliano Bonín*


SOY MI DESTINATARIO

soy mi destinatario
porque así lo requieren estos gajes de la locura

y entonces, mientras espero mi respuesta
con la sabiduría de mí mismo
me sorprendo en un derrame – encinto de filatelia,
al verme duplicado (al frente y al dorso)

soy mi destinatario
para apagar los delirios de la esquizofrenia con buena voluntad

cada martes reviso el buzón,
y estoy ruborizado de tanta simpatía con mi otro yo

soy mi destinatario,
así que quita tus ojos de mi carta

*Leonardo Pez*

II

Alguna vez él soñó un cuerpo hecho de brisas, esas brisas matinales que despeinan y erizan las pestañas. Soñó un cuerpo hecho de brisas danzarinas. Cuerpo de mujer, dijo, porque es el más bello de todos los cuerpos. Cuerpo de mujer brisa que baila desnudo sobre una hierba azul marina feliz. Cuerpo hecho de aire océano hierba alegría. Sin vicios pero sin perfección. Porque sería aburrido, dijo.

Alguna vez, ella vio a los pies de su danza un hombre hecho de piel y de sangre sobre algún vacío absoluto más grande. El hombre miraba, dijo, miraba la hierba y la danza y no entendía. Ella vio su sombra, y vio los ojos anochecidos y vio una soledad sola y dolida y cansada.

Él no pertenecía, él no era más que su sangre y su piel y su sueño del cuerpo femenino hecho de brisas. Él no entendía que era parte de ella.

Y ella lo veía siempre. Y él miraba, sintiéndose espectador de una rareza única, de una belleza imperfecta y hermosa.

Alguna vez el olor de la hierba. Alguna otra vez la caricia de una brisa. Para que el vacío se esfumara, para que él entendiera, para que él aprendiera a ver.

Existen esas brisas matinales que despeinan y alegran. Brisas que vienen bailando al son de quien sabe qué músicas. Alguna vez lo habrán sentido. Primero llega ese olorcito a hierba fecunda, a mujer brisa feliz. Detrás, él viene susurrando bajito los amores y se puede ver cómo se despoja de la piel y la sangre y se desnuda de viento, silbando a su musa el amor, y bailando y llenándose. Alguna vez lo habrán sentido.
En fin, son sólo las brisas esas. Que despeinan porque andan enamoradas y no se fijan al caminar.

*Natalia Gigliotti*

(OLVIDAR)

Como si dejar de respirar
fuera dejar de sentir o pensar
o si fuera fácil doblar las alas,
cerrar la ventana
y vivir de los pies.

Pero no.

El azul no se convierte en celeste
y la nube no elige su forma
y deja jugar a la mirada
con el azar y el pensamiento.

Tal vez no es tan difícil
cesar de ser aire
y no mirar a los ojos
buscando un alma ilimitada
o una letra descuidada.

Pero no.

La quietud aguarda
el fuego arde como siempre
y la rosa espera
en su refugio de cristal
sentir la brisa liberadora.

Quizás se pueda olvidar los atardeceres
detener el canto de la vida
guardar las emociones
y ser un poco piedra
un poco igual a los demás.

Pero no.

La luna que no baja,
las estrellas siguen brillando
y el viento lejano
acaricia mis sueños
y no los lleva.

*Nadia D. Román*


LIMONERO

Puedo pasar horas viendo escurrir gotas de lluvia por el limonero, es casi melodioso.
El vibrar de las hojas con el golpe de vida y esas mágicas piruetas de las gotas fuertes, las que caen con envión, formando un medio círculo perfecto y cayendo al piso, o esas arrogantes que llegan con tal ímpetu que revientan como vidrio salpicando todo, desmenuzándose en mil gotitas.
Si, es increíble, toda la estructura del árbol queda cubierta de cristales de agua, como perlas transparentes; y uno puede sentir el ácido de la gota que acaricia un futuro limón, ahora verde.
Momento culminante: una gota picarona cae justo en el extremo superior de una hoja, que se encuentra en la punta de una rama, y ahora sí, el deleite es inminente: comienza a desplazarse, a resbalarse por todo el camino de la rama de forma tan lenta y sugestiva como quisiera pasear mis dedos por tu espalda y, bruscamente, se detiene colándose en las nervaduras de otra hoja y esta vez mira el precipicio, se bambolea dubitativamente y pende de la punta; lo piensa yo que sé, un minuto quizás y con actitud feliz cae desde lo alto, se arroja a la tierra y da comienzo nuevamente al ciclo de la vida.

*María Virginia Tuells*


VUELVO AL MUNDO

Son señales penitentes,
hembras que anudan arcos de los cielos,
hombres caminado sin escrúpulo austero…
y mi sien, hipnotizada de rulos.
Soy este escudo de rocas,
arco de nailon,
rosa que llora y puente que encanta.
mundos de imagen,
muertes de rojos
y mis cenizas son éstas,
tu mendiga de magia… a veces loca.
La calle de nieve, los ojos de tiza,
los surcos de ampollas y las
ranuras de incienso.
Como escucho los sonidos,
como duermo con pesares de miseria
y despierto nublado, sol…sin rayos
tanto opaco, una neblina que luego se disipa
y vuelvo…al mundo.

*Alejandra Caballero Rojas*


Pequeñas gotas recorren tu espalda, encierran un trozo de tus ojos café
un instante perdido sobre la altura de tus labios
rozo tu piel desnuda, alcanzo por un segundo eso que llamas corazón
miro tus cabellos cenizas, escribo una rosa en tu ombligo,
mis pupilas te descubren, y es cuando mi alma late contigo
descansa tu respiro sobre mis hombros
y es entonces que un pedazo de tus sueños rasga mis oídos...
y mi boca dibuja una palabra, unas sílabas... la síntesis de una dulce
caricia...
lo sé......... es tu nombre

*Víctor Rosas*


Llueve,
el mundo se va a acabar y no parece importarnos.

te contemplo desde los pies,

duermes como duerme un pétalo,
con la calma que tienen las nubes para no caminar de prisa.

te miro en silencio,
- te miro como se miran las cosas brillantes,
con asombro meditativo-
y te descubro de a poco,
te recorro lentamente con tacto de ciego o de equilibrista.

te amo como desde una isla,
a flechazos,

te encuentro entre las sábanas como se encuentra al sol entre los dedos. La vida se ha convertido en esto que nos hace sentir el pecho lleno de luceros tibios, tormentas en el bosque, poemas de pizarnik,
caricias silenciosas y palabras que te dije al oído.

La vida contigo es una gota de océano,
es una vida de maleable, de bolsillo.

te miro mientras duermes y puedo cerrar los ojos porque te he memorizado de a poco, de forma minuciosa y exacta,
te llevo conmigo como llevo los dedos o mi amor por la botánica,
en un maletín de aire o de corales violáceos,

permaneces conmigo entre las uñas y los párpados,

te mantengo intacta entre yo y el yo que te mira,
entre voces y caminos que se superponen en mí y en el mundo,

te amo con una constancia arácnida,

con empecinamiento y premeditación budista.

te amo hasta que nos quedamos dormidos
hasta que tu mano y mi mano son una,
hasta que me duele,
hasta el silencio.

*Arturo Castro Godoy*

1 comentario:

Anónimo dijo...

que lindooo
pero como me cagaste con la foto nadiaaaaaaaaaa jajajajaja

un besote grande